El pasado fin de semana se celebró en la ciudad riojana de Arnedo la tercera edición del Festival Fárdelej, en el que Kiko Veneno, La Habitación Roja y Sidonie eran los principales reclamos. El curioso nombre del festival, por cierto, está relacionado con los fardelejos, dulce típico de Arnedo hecho a base de hojaldre y mazapán. Pero el Fárdelej resulta ser bastante más que unos cuantos conciertos organizados en una plaza de toros (el Arnedo Arena), sino que durante toda la semana cuajó la ciudad de actividades culturales relacionadas con los bienes que en ella se producen: así hubo catas de vino, queso, cerveza y hasta chocolate y visitas a las fábricas de calzado de la zona para los turistas que visitáramos Arnedo con motivo del festival. También en esta edición por primera vez los conciertos del Fárdelej salieron de la plaza de toros e invadieron una de las plazas y las piscinas de Arnedo, montando una divertida fiesta que puso a bailar a indies y vecinos por igual. Puedes ver muchas más fotos del evento en la web de nuestra fotógrafa o en nuestra cuenta de Flickr (viernes y sábado).
El Arnedo Arena durante la actuación de Kiko Veneno
Viernes 3 de julio
Con un calor infernal (no solo en Arnedo, sino en toda España, eso no se puede negar), los vascos Billyn’Rubines inauguraron el escenario del Arnedo Arena con sus pop juvenil y directo, divirtiendo sin complicarse a la audiencia que iba llegando poco a poco.
Jero Romero y Amable Rodríguez
Pero el primer pelotazo musical de la noche lo dio Jero Romero, el versátil cantutor madrileño que lo mismo te toca unas tonadas de sobrecogedora y acústica intimidad como que te da una lección de rock sincero y emocionante. En el Fárdelej hizo lo segundo, poniendo sobre el escenario a una sensacional banda capitaneada por el siempre genial guitarrista Charlie Bautista que a mi personalmente me sorprendió, sobre todo por la potencia con la que desplegaron temas tan íntimos como Devolverte o Fue Hoy. Fue la de Jero Romero la primera sorpresa del festival, y muy grata, puesto que el madrileño supo demostrar sin lugar a dudas el gigantesco potencial que le queda por explotar sobre el escenario a muchos de sus temas. Los recurrentes problemas de sonido no empañaron ni por un segundo su actuación.
El plato fuerte del día, que consiguió arrastrar a un buen puñado de gentes del lugar (llamésmosles “no indies”) al Arnedo Arena fue Kiko Veneno, que anda de gira de grandes éxitos con Ponme Esa Cinta Otra Vez 1982-2000. Funcionaron como un reloj suizo, tanto él como su banda, aunque parecían querer extraer más sonido del Arnedo Arena del que la plaza de toros podía darles, cosa que les irritó claramente (todos sabemos que las plazas de toros no son el lugar más adecuado para dar conciertos, pero también es cierto que cuando vamos a una sabemos a lo que vamos). Pero salvando ese problemas, el girundense y su banda arrancaron larguísimas rondas de aplausos y vítores con su imparable coctelera de éxitos, que cuenta ya 30 años de rumba, cante y pop.
La concesión más juvenil y rockera de la noche la ponían en marcha, ya pasada la medianoche, los navarros El Columpio Asesino, a quienes no solo les tocó arrastrar algunos de los problemas de sonido que habían sufrido sus predecesores (aunque no tantos), sino que además se les fue la luz en el escenario, teniendo que tocar un par de temas en la más absoluta penumbra. Columpio se encuentran en los últimos coletazos de la gira de su Ballenas Muertas en San Sebastián (2014), y el repertorio asociado a dicho disco ha adquirido velocidad de crucero. Lamentablemente gran parte del público parecía encontrarse en el Arnedo Arena exclusivamente esperando que sonara Toro (que, por supuesto, fue la penúltima del repertorio), sin darse demasiada cuenta de que a pesar de estar chorreando de sudor los de Pamplona estaban dando un concierto potentísimo, lleno de oscuridad (no solo literal) y con la desgarradora dureza que les caracteriza a flor de piel, con momentos sensacionales como Your Mind Is Dead. El final fue absolutamente explosivo con la ya mencionada Toro y la espectacular Vamos, con Álvaro Arizaleta absolutamente desatado desde su batería.
Sábado 4 de julio
Sin duda el sábado era el día más agitado del festival, con conciertos en algunos puntos de Arnedo y todavía algunas catas de vino de la mano de Bodegas Ontañón por paladear. Musicalmente el día empezó a la hora del vermú en la Puerta Munillo, con un pequeño escenario urbano al que se subieron los madrileños Sethler para desplegar su pop melancólico pero de potente pegada que me dejó muy sorprendida (poco se puede escuchar de ellos todavía a través de internet), especialmente por la garra eléctrica que le pusieron. Pero, sin duda, lo que puso de acuerdo a todos los presentes, fue la Orquestina Anarco-Yeyé, que supo aunar la actitud y el gusto indie de muchos de los visitantes con los grandes éxitos del pop español del pasado siglo, poniendo un toque personal, gamberro y rockero a temas de Julio Iglesias, Nino Bravo o Tony Roland, acabando por sacar a gran parte del público de su refugio a la sombra (de nuevo, no se pueden imaginar el calor que hacía) para hacer una conga y bailar como niños en medio de la plaza.
Indies y arnedanos bailaron la conga bajo las instrucciones de la Orquestina Anarco-Yeye
Eli y los Revivalites lo dieron todo en las piscinas
Todavía a la hora de la siesta quien se pasara por la piscina municipal de Arnedo (el abono del festival nos permitía a los asistentes hacer uso de ellas por un precio muy económico) tenía una sorpresa más, porque allí se encontraban Eli y los Revivalites, desplegando su pop garajero de líneas clásicas y algo gamberras, como si de unos Fresones Rebeldes se trataran, pero con más calidad y más gracia que aquellos. Pusieron a una multitud de niños en bañador a bailar con un show ágil y muy divertido.
Y aún quedaba el plato fuerte en el Arnedo Arena, con Ángel Stanich arrancando la sesión, arrastrando a una enorme cantidad de gente que se sabían todas y cada una de sus letras para verle. Muchos le consideraron el gran ganador del festival y, lo fuera o no, su éxito en éste fue del todo incontestable. Yo nunca había tenido oportunidad de verle en directo y quedé sorprendida, puesto que ofreció una faceta eléctrica, potente y visceral, del todo opuesta al cantautor indie de peculiar voz e íntimas tonadas que uno escucha en sus versiones de estudio. Al igual que Jero Romero el día anterior, obró este cambio tirando de una extraordinaria banda que elevó sus composiciones a luminoso rock que pusieron el Arnedo Arena patas arriba.
Desgraciadamente no tuvieron tanto éxito los madrileños Hola A Todo El Mundo, que despertaban el sábado de un prolongado letargo que les ha tenido apartados de los escenarios varios meses: yo tenía muchas ganas de verlos porque cometí el error de perderme la gira asociada a Ultraviolet Catastrophe (2012), que me parece uno de los mejores discos publicados en España en los últimos años. No obstante, comprendo que es un gusto personal, y que la electrónica atmosférica y tensa que desarrollaron Hola A Todo El Mundo sobre el escenario no llegó a prender entre el público. Se sumó a esta circunstancia un desafortunado comentario antitaurino de Ari, el vocalista de la banda, sin tener en cuenta que si bien en Madrid y Barcelona ya está muy de moda estar en contra de las corridas de toros, hay regiones en las que éstas tienen enorme implantación y popularidad (y La Rioja es una de ellas). En cualquier caso, a mi personalmente me gustó mucho lo que hicieron, se notaba que llevaban meses sin tocar juntos pero también eran patentes las sonrisas en sus rostros; pero reconozco que la opinión general en el Arnedo Arena fue diferente.
Hacia las once de la noche subían al escenario los que para mi fueron los absolutos protagonistas de la tercera edición del Fárdelej: La Habitación Roja, con su gira de celebración del 20 aniversario de su fundación. Se les notaba pletóricos, sonrientes y llenos de fuerza, a pesar del agobiante calor, desde el primer minuto de concierto, y la cosa no hizo más que mejorar. Comenzaron con un repaso fugaz de sus 20 años de carrera, tocando por orden cronológico un tema de cada disco e incluyendo una cara B de su último trabajo, La Moneda en el Aire (2014). No obstante, como no podía ser de otra forma, prestaron especial atención a sus dos últimos trabajos, muy especialmente al memorable Fue Eléctrico (2012), donde brillaron Indestuctribles y Si Tu Te Vas (Magnífica Desolación). No pararon de hacer referencias a sus anteriores visitas a La Rioja y a la región de Arnedo, así como a su amistad con los grupos que les precedían (HATEM) y les seguían (Sidonie) en el programa del día. Según pasaban los temas las sonrisas de sus rostros se hacían más amplias, la respuesta del público, más cálida, y su intensidad sobre el escenario, más patente. Todo acabó con Jorge Martí desatado, dándose un baño de masas en la arena de la plaza de toros mientras él y todo el público cantábamos Ayer y el resto de la banda elevaba el tema a unos niveles rockeros espectaculares. Como Matt Berninger con The National, pero de aquí. Con todos mis respetos a los demás grupos del festival, creo que es de justicia decir que La Habitación Roja ganaron el Fárdelej.
El fin de fiesta lo pusieron Sidonie, que siguen alargando la gira de Sierra y Canadá (2014), del que muchos temas, como Día de Mierda, ya funcionan como clásicos de toda la vida como Por Ti, Costa Azul o El Incendio. Su actitud exultante y eufórica marcó una continuidad perfecta con el ánimo con el que La Habitación Roja habían dejado el escenario, y varios miembros de la banda valenciana se les colaron en éste en numerosas ocasiones para puntear o corear canciones con ellos. Marc Ros tampoco perdió la oportunidad de darse un baño de masas, emulando a Jorge Martí y dejándose llevar a hombros por toda la plaza de toros mientras cantaba. Sidonie no pararon de reír y disfrutar sobre el escenario, cosa que se transmitió al público de manera inevitable y redundó en un concierto brillante y muy divertido que, a falta de los DJs, puso un broche de oro a la tercera edición del Fárdelej, que ha roto este año todos sus récords. Un festival, sin duda, para seguir disfrutando en años venideros.
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