Era una noche complicada, en Madrid, la del 19 de junio. Fin de curso para muchos y un buen puñado de conciertos y eventos culturales en distintos puntos de la ciudad, casi como cierre de los escenarios de ésta de cara al izado de velas de la temporada festivalera. De manera que se encontraba uno con que, incluso, en los dos pisos de una mimsma sala como la Siroco, había dos conciertos diferentes que uno quería ver: el de Helena Goch en la planta baja, y el de A Singer Of Songs y Young Forest en la superior (la llamada “Lounge”). En esta ocasión, aunque ya hemos comentado que Helena nos gusta mucho, tocaba quedarse con A Singer Of Songs, que ya llevaba más de dos años sin pisar Madrid y que nunca llegó a presentar realmente From Hello To Goodbye (2014) en nuestra ciudad. Puedes ver algunas fotos de la noche en nuestro álbum de Flickr.
Con cierto retras sobre el horario previsto, abrieron la noche el dúo sevillano-madrileño Young Forest. Su actuación constitutyó un descubrimiento fabuloso, que ya habría valido la entrada del concierto por si misma. Siempre decimos que es complicado encontrar buena música folk hecha en España, pero Frank Berjim y Javier Herrero hacen gala de un conocimiento excepcional del género, explotándolo sin piedad con la afortunada complementariedad de sus voces y, sobre todo, a través de canciones veloces llenas de garra. Por momentos me recordaron a los primeros tiempos de Mumford and Sons, pero sin toda a pretenciosa fanfarria que les ha acompañado siempre; tirando, más bien, de la vertiente más épica y emocional del country para dejarnos a todos los presentes gratamentente impresionados. De esos teloneros que no puedes evitar agradecer encontrarte de cuando en cuando.
Con el tiempo ya algo limitado, A Singer Of Songs (nombre que ahora ya denomina también a los tres músicos que se suben al escenario con Lieven Scheerlinck) desplegaron la íntima magia que les caracteriza. Arrancaron con el If I Go que cierra From Hello To Goodbye, personalmente el tema más brillante del disco, aportándole una luminosidad necesaria para compensar el melancólico gusto de la canción. Esta fórmula se repitió durante algo menos de una hora: reabajar, a base de simpatía y sinceridad la carga emocional de las canciones de A Singer Of Songs para que en directo sonaran serenas y equilibradas. Así nos encontramos con la delirante historia que hay detrás de la letra de The Runner o con la siempre cristalina belleza con la que la banda interpreta Little Sin.
En resumen, era una noche complicada la que Scheerlinck y su banda tenían, con muchas horas de coche a la espalda y cierta sensación de agobio en sus rostros. Éramos pocos los que nos pasamos por el piso superior de la Siroco el viernes, es cierto, pero se le agradece igualmente a A Singer Of Songs que de cuando en cuando vengan a visitarnos a esta ciudad sin playa ni paciencia para su delicadeza. Sabemos que Madrid puede ser una ciudad complicada para los artistas que vienen de fuera y no se llaman Lori Meyers, pero la combinación de folk rabioso de Young Forest y la ternura de A Singer Of Songs constituyeron un concierto con una frescura y belleza necesarias.
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